Sin asumir posturas pesimistas o cínicas, sino propositivas,
es necesario reconocer una realidad: en gran medida el comportamiento de la
sociedad indica que se están dejando de asumir los valores morales, y en cambio se
introyectan otros que podemos llamar antivalores, lo cual mina o denigra las
relaciones humanas. Las causas pueden ser diversas y combinadas, como: el
egoísmo excesivo, la influencia de algunos medios de información,
conflictos familiares, padres irresponsables en la crianza de sus hijos,
presiones económicas, pobreza,
etc.; pero sobre todo el funcionamiento de unSistema Educativo
desvinculado de las necesidades actuales de los ciudadanos. Sin embargo, la
formación escolar debe ser el medio que conduzca al progreso y a la armonía de
toda nación;
por ello, es indispensable que el Sistema Educativo Nacional, concretamente,
renueve la curricula y las prácticas educativas del nivel básico principalmente,
otorgando prioridad al ámbito problemático referido.
El proceso de
desvalorización siempre ha estado presente
en todos los tiempos y civilizaciones; empero no tan acentuadamente como en la
contemporaneidad. Aunque todavía existen personas que revelan una gran calidad
humana, es decir, que asumen las normas universales de toda sociedad, tales
como la responsabilidad,
la humildad, la honradez, la solidaridad, el respeto, entre otras; la mayor
parte de la población reproduce
lo opuesto: la negligencia, el engaño, la agresividad, la envidia, etc. Sobran
los ejemplos cotidianos que pueden comprobar esta hipótesis.
Veamos tres casos: la escuela,
la familia y la pareja.
En el primero, lo único que se ha conseguido es reproducir
una instrucción tradicional, desvinculada de las demandas efectivas de los
mexicanos (Héctor Aguilar Camín et al.), 1995:46), y que, además, soslaya la enseñanza y
práctica de los valores. Comúnmente, los problemas típicos de los alumnos
pertenecientes a las instituciones de educación básica
(particularmente en el grado de secundaria) son: irresponsabilidad en la
elaboración de tareas escolares, falta de respeto a los profesores, agresividad física o verbal
hacia los compañeros, vandalismo y demás. Para algunos adultos lasactitudes anteriores
podrían ser normales e incluso justificables ya que los cambios emocionales y
físicos de la infancia a
la adolescencia son
diversos; pero tal no es una verdad absoluta sino circunstancial puesto que los
individuos son impredecibles, distintos entre sí, únicos, y se desarrollan
conforme a las variables y
situaciones de su entorno. Por ello, los profesionales de la formación escolar
deberán promover ambientes áulicos agradables y educar para evitar toda
manifestación anémico social o de pérdida de valores. Desde esta perspectiva,
la nueva educación del siglo XXI tendrá que ser esencialmente preventiva.
Acerca del segundo, a pesar de ser considerada como
primordial núcleo socializador y potencial transmisor de normas morales al
sujeto, en varias ocasiones ha transitado por un proceso de degradación; tal es
el caso de los que viven diversos niveles de violencia intra familiar, la
desintegración, la envidia entre hermanos, la deshonestidad, la desigualdad o
preferencia hacia algún hijo, la desconfianza o escasa comunicación, etc. Para
contribuir activamente a la solución de estas problemáticas, una alternativa
viable es que las instituciones educativas de dicho nivel fortalezcan
sustantivamente y renueven cursos, asesorías pedagógicas generales y
especializadas referentes a la enseñanza de los principios universales,
con el fin de impartir una educación moral a los padres, en diferentes horarios
y de acuerdo a su tiempo libre.
De ahí que la familia tendrá que sostener correspondencia directa con la
escuela.
Con base en la experiencia, las situaciones en las que se
distinguen los llamados antivalores son diversas y permanentes; tal es el estilo
de vida actual. El caso de México no
es de los más extremos; el de los estadounidenses sí, "... basta consultar
sus altos índices de criminalidad, prostitución, drogadicción,narcotráfico, alcoholismo,
infidelidades conyugales, etc., para constatarlo" (HUMANIDADES 196: 4).
Así, las generaciones de estos tiempos se orientan hacia la decadencia.
Todo lo anterior nos proporciona elementos para conformar el
perfil del hombre contemporáneo o también llamado sujeto posmoderno.1 "Laposmodernidad no
destruye lo axiológico, sino solamente su fundamento absoluto, su punto de
referencia. La posmodernidad inventa nuevos valores, pero todos ellos andan
huérfanos de fundamento: hedonismo, egoísmo, ... ausencia de sentido, ...
individualismo, agresividad, entre otros" (Colom y Mèlich, 1995: 53). Es
el individuo de la contradicción: por un lado es quien produce y domina la
nueva tecnología,
posee ciertas aptitudes, ejecuta órdenes; por el otro, es un ser enajenado,
alejado de los ideales, desmoralizado, que con facilidad estalla con violencia
e intenta "aplastar" a sus semejantes. El panorama es desalentador, y
los esfuerzos reivindicatorios tienen que centrarse en la escuela.
Por último, la educación básica no es sólo una de tantas
etapas de formación escolar, sino también es la base en la que se constituye la
personalidad del individuo, o sea, el fundamento intelectual, moral, emocional,
etc., que orientará su posterior desarrollo; lo principal. De ahí la
importancia de la transformación de este nivel académico, que debe consistir en
una reestructuración de la curricula y las prácticas escolares en las que los
profesores y los alumnos aborden crítica y
reflexivamente (Paulo
Freire, 1997:40), mediante técnicas grupales,
los diversos temas de actualidad: el racismo,
lascrisis económicas,
la identidad nacional,
la globalización,
la sexualidad,
etc., otorgando primordial importancia al fomento de los valores encoordinación con
la familia. Sólo así es posible construir un nuevo modelo de sociedad, que se
distinga por la justicia, la igualdad y
la armonía.